Capitán América: Civil War fue uno de esos estrenos que redefinió el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM). No solo nos presentó a dos personajes esenciales como Spider-Man y Pantera Negra, también supo canalizar una tensión emocional pocas veces vista en las películas de superhéroes. La amistad y traición entre Tony Stark, Steve Rogers y Bucky Barnes nos dejó una de las escenas más memorables de toda la saga: la pelea en el aeropuerto, con todos los Vengadores luchando entre sí. Pero además, introdujo un concepto que prometía redefinir el futuro del UCM: los Acuerdos de Sokovia.
Inspirados por el Acta de Registro de Superhumanos de los cómics, estos acuerdos proponían algo tan simple como polémico: si tienes superpoderes, debes actuar bajo supervisión del gobierno. Una propuesta que no solo dividió a los personajes en la ficción, también provocó intensos debates en la vida real entre los fans. ¿Deberían los héroes rendir cuentas? ¿Hasta qué punto la seguridad justifica la vigilancia? Este debate ético y político era oro narrativo. Pero desde aquel momento clave en 2016, Marvel Studios no ha sabido qué hacer con esta idea. Peor aún, ha ido diluyéndola hasta esconder su desaparición bajo la alfombra narrativa.
Un problema enterrado con nocturnidad y alevosía
En lugar de explorar las consecuencias a largo plazo de los Acuerdos de Sokovia, el UCM ha optado por deshacerse de ellos. "Aquí paz y después gloria, y si te he visto, I don't remember". Como quien no quiere la cosa. Sin grandes escenas, sin consecuencias reales. Solo pequeñas menciones aquí y allá, hasta que en la serie de She-Hulk: Abogada Hulka, Matt Murdocl (la dentidad secreta de Daredevil) confirma durante un juiciio con una frase lanzada casi como un chiste que los acuerdos ya no están en vigor. Así, sin más. Como si no afectaran a prácticamente todos los superhéroes de UCM.
¿Por qué Marvel abandonó un concepto tan potente? Probablemente por comodidad narrativa
¿Por qué Marvel abandonó un concepto tan potente? Probablemente por comodidad narrativa. Cuesta más hilar una historia en un universo donde cada superhéroe debe rendir cuentas al gobierno, o es perseguido, especialmente cuando se quiere introducir personajes nuevos cada año y permitirles actuar con total libertad a la vez que se miran de reojo al Multiverso y los grandes eventos cinematográficos del futuro. Marvel lo que ha hecho es soltar lastre, pero lo cierto es que esta decisión ha convertido lo que era un conflicto fascinante en una incoherencia crónica.

De Civil War a She-Hulk: El declive silencioso de los Acuerdos
Tras Civil War, todavía vimos algunos coletazos del efecto de los Acuerdos. En Infinity War, por ejemplo, los héroes siguen actuando en la sombra. Steve y Natasha se han convertido en fugitivos. Pero una vez que Endgame resuelve el conflicto cósmico con Thanos, se da carpetazo también, de forma no oficial, a cualquier problema legal relacionado con el status de estos personajes a ojos del gobierno. La vuelta de personajes como Sam Wilson al centro de centro de atención público sin mayor oposición ya olía a borrón y cuenta nueva. Pero fue en She-Hulk, emitida en 2022, donde se enterró el asunto con todas las letras en apenas unas líneas de diálogo.
En uno de los episodios, se menciona de pasada que los Acuerdos de Sokovia ya no están vigentes. Y no se da ninguna exlicación satisfactoria o se señalan sus consecuencias. La serie, centrada más en la comedia y la crítica meta, no quiso profundizar en ello, y Marvel Studios tampoco ha hecho ningún esfuerzo por aclararlo en otras producciones. Con esto, un pilar dramático y político del UCM, que supuso un acuerdo internacional vinculante, quedaba convertido en un simple pie de página. Lo que viene a ser papel mojado.

Los Thunderbolts* y el alcalde de Nueva York
Y llegamos a Thunderbolts, que ahora ha sido retitulada como Los Nuevos Vengadores (The New Avengers). Un estreno que reúne a los antihéroes y marginados del UCM bajo un mismo techo. El equipo liderado por Yelena Belova, Ghost, Taskmaster y John Walker, todos ellos agentes caídos en desgracia del programa secreto de Valentina Allegra de Fontaine, se enfrenta a su antigua jefa en una aventura con toques de road movie que culmina en Nueva York. Uno de los aspectos más interesantes del filme es que nos lleva a la Torre Vengadores, ahora comprada por Valentina y convertida en el centro de operaciones de su nuevo equipo. Una decisión que, en apariencia, pretende cerrar un círculo. Pero lo hace a costa de reventar la coherencia narrativa del UCM.
Porque, claro, esta torre está en el corazón de Nueva York. Una ciudad que, según otra serie reciente de Marvel, Daredevil: Born Again, está sumida en el caos institucional. En el final de esa temporada, el alcalde Wilson Fisk, convertido en un poder político de primer nivel, ha declarado la ley marcial en la ciudad y ha activado una ley anti-vigilantes. Una ley que, en muchos sentidos, es heredera directa de los Acuerdos de Sokovia, y que pretende erradicar del mapa a héroes callejeros como Daredevil, The Punisher, Ms. Marvel o el mismísimo Spider-Man.

Y, sin embargo, en Thunderbolts... nadie dice nada. No hay mención a Fisk. Nadie habla de la ley anti-vigilantes. La gente camina por las calles como si nada. Los Nuevos Vengadores actúan con impunidad, instalan su base en una torre visible desde media ciudad, y ni rastro de oposición. ¿En qué punto está Nueva York en la cronología del UCM? Nadie lo sabe. ¿Ocurre antes de los eventos de Born Again? ¿Después? ¿Durante? Marvel no ha dado de momento, solo más piezas desordenadas de un puzle cada vez más incoherente que solo invita a que los fans se monten sus propias teorías y especulen sobre si Los (Nuevos) Vengadores disfrutan de un estatus oficial especial que les permiten actuar al margen de las leyes de la ciudad sin la etiqueta de "vigilantes".
Lo más llamativo es que Thunderbolts sí se preocupa en hacer referencia a otros proyectos recientes, como Captain America: Brave New World. Es decir, sí hay intención de crear nuevas conexiones, pero estas se establecen según conveniencia del guion, no para mantener una coherencia general. La continuidad del UCM, que durante años fue su mayor fortaleza, ahora es su mayor debilidad, amenazando cada dos por tres con colapsar bajo el peso de su propio legado.

¿Y ahora qué?
Marvel Studios se encuentra en un momento clave. Tras el final de la Saga del Infinito, ha intentado abrir múltiples frentes a través de series, películas y especiales. Pero el resultado ha sido un universo compartido cada vez más frágil, lleno de contradicciones, huecos y retrocontinuidades que el espectador ya no puede seguir con facilidad. Tras pinchar con su intento de hacer de Kang el gran villano multidimensional del UCM, toda la atención parece estar ahora en Vengadores: Doomsday y Los 4 Fantásticos, a la espera de que en algún momento tengamos una visión más clara del futuro de los X-Men.
La gestión de los Acuerdos de Sokovia es otro ejemplo: ha pasado de ser una regla narrativa sobre la que se vertebraban diferentes estrenos a una mera mención aquí y allí para certificar su desaparición. Un concepto poderoso que fue abandonado sin demasiadas explicaciones. Pero bueno, Marvel Studios también nos presentó al hijo alienígena de Hulk y se ha olvidado de él. Y no es el único personaje abandonado. Tal vez esta situación, junto con la necesidad de un relevo generacional de personajes y actores que vuelva a ilusionar a los espectadores sea otro indicativo de que Marvel necesita reiniciar su continuidad, para así poder seguir contando historias interesantes sin llevar las manos atadas por su propio legado. Recuerda que puedes ver todas las películas y series de Marvel en Disney+.
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