Chema Mansilla
Editor - Cine y TVCómo rueda Boyle. Y cómo edita. Qué maravilla de fotografía, qué alucine de montaje. ¡Ah! y cómo escribe Garland. Qué finura, qué elegancia, qué naturalidad, qué inteligencia. Y con todo, no puedo decir que 28 Años Después sea la mejor película de zombis de la historia. Perdón, infectados. Sí puedo decir que es una de las mejores del género y uno de los estrenos más potentes del año. ¿Por qué no me entusiasma? Por poco más de un minuto de metraje justo al final de la película. No os quiero estropear la sorpresa, pero si no he salido dando volteretas del cine ha sido, principalmente, porque creo que no he pillado el final del chiste.
Una peli que puedes disfrutar sin ver las anteriores
Veintiocho años después del devastador brote del virus de la rabia que asoló el Reino Unido, el país permanece aislado y abandonado a su suerte, completamente infectado salvo por pequeños reductos humanos. Uno de ellos es el de Holy Island, una isla protegida por el mar y un estrecho camino de marea baja. Allí, una comunidad ha creado una frágil normalidad que mantiene viva la esperanza, aunque sea precaria.
¿Por qué no me entusiasma? Por poco más de un minuto de metraje justo al final de la película
La historia sigue a Spike (Alfie Williams, tremendo descubrimiento), un niño de 12 años que se enfrenta a su rito de iniciación: cruzar a tierra firme con su padre Jamie (Aaron Taylor-Johnson) para cazar a su primer infectado. Pero la verdadera aventura comienza cuando la madre de Spike, Isla (Jodie Comer), sufre un misterioso deterioro mental y ambos deciden buscar a un excéntrico médico (Ralph Fiennes) que podría tener un remedio para su extraña enfermedad.
El regreso de Danny Boyle a la dirección, acompañado del guionista Alex Garland, ofrece continuidad a la saga original de 28 días después y 28 semanas después, con una mezcla de terror visceral, drama familiar y un análisis social que supera el género de zombis al que pertenece.
El viaje hacia la madurez: un ritual tribal en tiempos apocalípticos
28 Años Después se mueve también en el terreno de la reflexión sobre la madurez, o más bien, el camino hacia ella. El niño Spike debe abandonar la inocencia y enfrentar el peligro, como un rito de iniciación tribal. Es una idea que Alejandro Jodorowsky presentó maravillosamente en una escena de su delirante y alocada El Topo, en la que el hijo del pistolero protagonista, apenas un niño, debe enterrar su primer juguete y el retrato de su madre para convertirse en un hombre. Un rito de iniciación, algo tribal, de lo que hay mucho en esta película. Niño, juguete, madre y camino hacia la madurez está todo aquí
Pero esa historia paterno filial, con su drama de decepciones, sus carreras delante de los empelotados infectados, tal vez sea lo que menos me ha llamado la atención: lo primero, porque ya he visto historia muy parecidas en La Carretera e incluso The Last of Us, lo segundo que el género de los zombis-infectados-gentequeestámuymalita creo que ya dio de sí todo lo que tenía que dar de la mano de Romero. 28 Días Después solo lo recontextualiza, eso sí, brillantemente.
Una reflexión profunda y necesaria sobre la muerte
Donde 28 Años Después brilla con luz propia es en su tratamiento casi neopagano de la muerte. En nuestra sociedad occidental, hemos tratado de apartar la muerte, disfrazarla o ignorarla, incluso con una hipocresía evidente. La miramos de reojo, y porque no nos queda otra. Sin embargo, la película la coloca en el centro, no como un tabú sino como una realidad inherente a cada aliento. Estamos aquí para morirnos, y podemos aceptarlo y seguir viviendo lo mejor que sepamos o podemos vivir con miedo y sufrir más. Esa aceptación de la muerte como algo cercano y cierto es una de las ideas más fascinantes que plantea la película, y no es algo que el cine comercial suela abordar con esta naturalidad.
Quizás uno de los legados de la pandemia ha sido precisamente esto: una nueva disposición para confrontar el fin, aunque no nos haya hecho mejores como sociedad, sí nos está dejando buen cine.
Más allá del horror
Garland no solo se queda en el plano existencial. A lo largo de la película, introduce reflexiones políticas y sociales relevantes, como la presencia de vestigios fascistas, la crítica a la masculinidad tóxica y referencias indirectas al Brexit, que, aunque no se menciona explícitamente, resuena en la idea de un Reino Unido aislado del resto del mundo.
Además, la película juega con el lore de la saga. Preguntas inquietantes quedan abiertas: ¿están los infectados evolucionando hacia una nueva civilización, como en Soy Leyenda? ¿Dónde está el resto del mundo y qué hacen mientras tanto? ¿Qué de nuestra civilización sobrevivirá, y merece la pena? Es un guion brillante que hace pensar más allá del terror, algo poco habitual en este género.
Un desenlace desconcertante
Pero no todo es perfecto. Y aquí llegamos al punto que me impide darle a 28 Años Después la etiqueta de obra maestra. Los últimos instantes de la película, justo esos 50 segundos terribles a los que me refería al principio, me dejaron completamente fuera de juego. No sé si es que el chiste no me ha llegado o que simplemente están planteando una conexión directa con la próxima entrega de la saga, The Bone Temple, que se estrenará el próximo año.
La aceptación de la muerte como algo cercano y cierto es una de las ideas más fascinantes que plantea la película
Son momentos que parecen sacados de otra película, con un tono y un rumbo totalmente distintos, y que exigen paciencia para ser entendidos. Sé que hay un vínculo visual que se establece entre el arranque de la película y el final y que tienen evidente referente en la cultura pop que no quiero contaros antes de que veáis la peli, pero con todo, me falta algo. El problema es que, tras 110 minutos de ritmo, tensión, inteligencia visual y narrativa, ese desconcierto final me ha dejado con ganas de más… pero también con un pequeño regusto a "¿qué acaba de pasar aquí?". El problema principal es que no es solo desconcertante, también es un poco ridículo.
Confiemos en Boyle y Garland
Boyle y Garland tienen un talento enorme para combinar cine de género con reflexión social y filosófica. Lo demuestran una y otra vez, y 28 Años Después es buena prueba de ello. El despliegue técnico es brillante: la fotografía de Anthony Dod Mantle, que combina iPhones para lograr planos imposibles, un montaje ágil y creativo, y un diseño sonoro asfixiante que te mete dentro del bosque y la tragedia con una acompañamiento musical sobresaliente. Los actores están en plena forma, especialmente Alfie Williams, un descubrimiento que sostiene el peso emocional de la historia, y Jodie Comer, cuya interpretación de Isla emociona y sobrecoge. Y por supuesto, Ralph Fiennes, en un papel raro y perturbador que queda grabado en la memoria y que rima con "Coronel Kurtz".
La película es un recorrido emocional y filosófico más que un simple espectáculo de infectados corriendo en pelota picada. Si te incomoda ver bamboleantes miembros viriles, vas a pasar un mal rato, te aviso. Es un recordatorio de nuestra fragilidad y de la necesidad de aceptar la muerte. Por eso, aunque no sea la película redonda que esperaba, confío en que The Bone Temple y las futuras entregas de la saga nos ofrezcan el cierre o continuación que todos ansiamos. Claro, final a parte, el resto es tan bueno que no me queda otra más que confiar, quiero hacerlo. Bueno, venga, voy a esperarme, pero porfa, Boyle y Garland, no me decepcionéis.
28 Años Después llega a los cines el próximo 20 de junio. Una propuesta potente, que hará las delicias de los amantes del terror y la ciencia ficción, pero también de los que buscan algo más: una historia sobre crecer, vivir y aceptar lo inevitable, y que merece ser vista en cines.
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